miércoles, 4 de julio de 2012

El sigiloso de la capa gris.


Los deseos, son entes inteligentes, cautelosos, escurridizos. Los imagino, como enanitos de colores brillantes, fosforescentes, usando capas de colores opacos, bajo la cual esconden su verdadera naturaleza. Así aparecen en las noches, así suben las escaleras hasta tu habitación, sigilosos como un ratón. Y así es como hacen posible el entrar en tus sueños, como por un tubo mágico por el cual se deslizan en el más cuidadoso silencio. ¿ Y cómo es posible cerrar las puertas en un sueño ? En los sueños todos son bienvenidos, por eso existen las pesadillas. Con la astucia de esos ágiles compañeros, uno aprende a vivir y a padecer sus caprichos. Porque claro, se encaprichan. Y cuando no obtienen aquello que solicitaron, piden que se les de dolor a cambio. Entonces uno saca su sonajero de angustia, que los entretiene y los distrae. Uno es un padre demasiado complaciente. Pero aquello no es todo, aquellos pequeños y juguetones seres, como es de imaginarse, piden alimento. Y hay que proveerselos, porque te aseguro que nadie soportará sus llantos. Entonces uno les provee el poco alimento que pudo conseguir con su agotada respiración y sus desafinados latidos. De a poco van ganando poderío sobre tu voluntad. Sus pequeños bracitos parecen estirarse demasiado hasta alcanzar el teclado de tu mente. Allí les encanta estar, escribiendo el color de cada pensamiento e intención. No sé quienes son, ni de donde vienen. Empiezan siendo lúdicos y risueños, dejando una estela inicial de una inocencia de la que nadie podría desconfiar. Pero a medida que se alimentan, crecen, y pueden llegar a crecer mucho, muchísimo.Y aquellos primeros pedidos molesto de alimento, son ahora tormentosos gritos afilados como una cuchilla del infierno. En esos momentos es en donde uno empieza a pensar en el camino más sano: liberarse de esos intrusos. Pero es que ahora, ha pasado tiempo, y me cuesta diferenciar quienes son ellos y quienes soy yo. ¿No somos lo mismo? Aquí es donde comienza el oficio de ser real, de encontrarse. Para poder encontrarme tengo que atravesar a la Nada. Termina el cuento de los enanitos. No es chiste, debo dejarme tragar por los deseos, sin tocar sus gargantas. Que me digieran, que me evacuen. Salir ilesa de sus ambiciosas digestiones. Ahora tienen tanto hambre, que quieren que toda yo sea su alimento. Quieren mi esencia, quieren mis quejidos sonoros entre sus mandíbulas fortalecidas; quieren probar sus dimensiones de voracidad. Si sobrevivo al abismo que encienden mis deseos, si puedo arrojarme a sus llamas, sin quemarme, entonces, ahí estaré libre de ellos. Si niego a mis deseos, si los evado, si huyo de ellos con el envión de un poderoso viento asustado, no haré más que crear un remolino detrás de mi. No es un chiste, deberé ser muy fuerte, deberé no tener miedo. 

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