miércoles, 30 de enero de 2013

Reina

-No estás conmigo, y te extraño, y aunque no te vea, sé que estás acá-

No creo que exista algo más que yo
Y aquellos objetos, de naturaleza muerta, vegetal o animal,
que desfilan como nubes en una tarde de viento, en este telón pastel de existencia,
no los considero más que sólo una expresión de mis deseos o de mis antideseos (principio de polaridad)
No me fío de los límites de la distancia ni del tiempo.
Y si puedo evitar ese ávido deporte de la comparación, lo evito con la astucia de un dios de mil manos, para romper todos los espejos, todos los proyectores de mis pulsiones.
Y me quedo con mi alma, flotando en el paisaje que dibuja esta ventana del tren que siempre se va, que siempre siempre se está yendo, aún así, cuando se detiene en alguna estación para seguir arribando a más, que vienen, de donde ya estuvimos antes, y de dónde estaremos después (cambiando ropas, cambiando nombres, cambiando pieles, en el tren de la serpiente.).
Me quedo con la indiferenciación de la carne, y de la tierra que la creó,
en el olvido de la sangre, en el desinterés por lo atractivo de su color.
Me convido de mi misma y me invoco, sólo a mi, no dejo que nada se interponga.
Me invoco a un largo viaje al océano sin tiempo, me invito, al eterno retorno.
Y los peces que me visiten allí, e incluso a aquellos que se conviertan en mi alimento, no los consideraré más que rayos que alguna vez, se desprendieron de mi misma, que soy el Sol, y que ahora, vuelven a mi, para seguir contribuyendo en gratitud, con esta luz que los infundió de vida y de vigor.
No tengo miedo, y no porque haya vuelto a ignorar (pues créanme que ya no es posible, para mi conciencia de fuego, despierta como un ave en pleno vuelo, olvidarse de la muerte)
Sé que este océano que hoy, como una gran madre azulada y generosa, me nutre de alimento y de destino, mañana, será la misma despiadada invencible que me arrebate en un ahogo, el charco que parecía extenderse infinito con los juegos de mi memoria.
¿Y cuál será la importancia de la inmensidad del mar, cuando mi vida se hunda en ella?
Seguramente, tendrá el tamaño de mi muerte y las sensaciones, que conlleven esa muerte. Como ahora, tiene el tamaño de mi vida, de la imaginación de mis colores, de mis acordes.
¿Y cómo es tu mar? ¿Y qué música componen sus olas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario